Dirigida por Mel Ferrer. Fue la primera película del proyecto de una serie de cintas pensadas para ser dirigidas por el y protagonizadas por la que era su esposa en ese tiempo, la mítica Audrey Hepburn, junto al entonces taquillero Anthony Perkins. Una ambiciosa producción, con gran despliegue de medios, rodada en las selvas venezolanas y en California. Sin embargo, su fracaso crítico y comercial, abortaron cualquier posibilidad de continuar con estos planes, convirtiendo el proyecto que podría haber significado el espaldarazo definitivo en la carrera de "el marido de la gran estrella" como realizador, en el comienzo de una serie de fracasos profesionales que desde entonces asolaría la carrera del actor y cineasta, y que se alargaría hasta el último de sus trabajos para la gran pantalla.
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