Durante la década de 1940, el film “Narciso negro”, le dio proyección internacional. Su papel de monja, contribuyó a forjar la imagen de mujer de moral íntegra, fría sólo en apariencia, que tan buen resultado le daría muy pronto en Hollywood. La Metro Goldwyn Mayer no tardó en fichar a la actriz escocesa. Su primera película “Mercaderes de ilusiones” (1947), compartiendo protagonismo con un galán entonces ya en declive, Clark Gable. Fue el primero de una serie de roles bastante estereotipados, pero de gran eficacia en taquilla. Kerr dio rostro a las protagonistas de grandes superproducciones como “Las minas del rey Salomón” (1950), o “Quo Vadis?” (1951). En 1953 firma contrato con La Columbia para un papel en “De aquí a la eternidad” lo que supondría un total cambio de registro; La imagen, besando a Burt Lancaster en la playa, muy popular todavía hoy, resultó de un inusitado erotismo para la época y contribuyó no poco a que el gran público desterrara de su memoria la virginal imagen de la actriz. La productora, arriesgó lo suyo apostando por un talento aún por explotar, al que probablemente no hubiera recurrido si la primera actriz elegida, la difícil Joan Crawford, no hubiese insistido en rodar exclusivamente con su operador personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario